- Las autoridades alemanas aumentan el nivel de alerta ante la posibilidad de entrar en una aguda crisis de escasez prolongada de gas.
- La empresa rusa Gazprom detuvo más de la mitad de los envíos del hidrocarburo a Alemania y a otras naciones de la Unión Europea alegando razones de mantenimiento.
- Para completar el mantenimiento, la empresa requiere una turbina que fue enviada por Siemens a Canadá para reparación. Las autoridades canadienses incautaron el repuesto y se niegan a devolverlo.
El gobierno alemán anunció este jueves que su situación de emergencia pasa a la fase número dos ante la posibilidad de quedarse sin gas. Con esto, la nación europea se coloca a un solo paso de llegar a la alerta máxima debido al problema energético que enfrenta.
El plan de alerta de Berlín fue anunciado en marzo, a pocos días del inicio de la guerra ente Rusia y Ucrania. En ese entonces, las autoridades activaron un plan de tres fases, de las cuales la tercera es la más crítica. Ahora, la situación se hace más tensa al alcanzar el segundo escalón, lo que muestra una situación de preocupación para el gobierno de Olaf Scholz.
Desde el inicio de las hostilidades en Europa del Este, las autoridades alemanas se pusieron del lado de Kiev y aplicaron sanciones contra Rusia. Sin embargo, desde el principio se notó que la hostilidad hacia Moscú traería un “efecto búmeran”, puesto que Alemania depende en gran medida de las importaciones de materias primas rusas.
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Alemania se queda sin gas y al borde de una prolongada crisis
Junto con el resto de la UE, el gobierno alemán impuso fuertes sanciones a Rusia como forma de castigo por la situación en Ucrania. Además, Berlín ha mostrado apoyo no solo de palabra a Kiev, sino que ha enviado armas para que el país luche contra el ejército ruso. Como es de suponer, ese comportamiento es visto como hostil desde el Kremlin, que ahora decidió dejar sin gas al país europeo, aunque con una buena coartada.
Este mismo mes, se conoció que Rusia cortó el suministro de gas por las dos principales rutas donde pasa ese recurso hacia Europa. Al cerrar los envíos por Ucrania y por el Nord Stream 1, las empresas de países como Alemania, Francia e Italia se quedaron sin la mayor parte de su antigua capacidad de abastecimiento. De esta manera, el tránsito de combustible por la red europea ha caído dramáticamente.
Las autoridades de varias naciones temen que sus suministros se agoten en pleno invierno, lo que pondría en peligro a la población. El principal proveedor ruso Gazprom comenzó una brusca disminución de los envíos a algunas empresas sin comunicar las razones en un primer momento. Posteriormente, la empresa rusa aseguró que los recortes de envíos se deben a que Canadá retuvo repuestos indispensables para el suministro, los cuales estaban en mantenimiento en ese país por encargo de Siemens, la proveedora de Gazprom.
De este modo, dejar a Europa sin gas es una de las medidas de contraataque de Moscú. La misma sería una respuesta frente a la larga lista de sanciones de los países de la UE. El ministro de economía alemán, Robert Habeck, citado en CNBC, lamentó la decisión del Kremlin y la tachó de “ataque económico de Putin”. A pesar de esto último, Berlín no niega el papel de Canadá en la crisis.
¿En qué consiste la fase dos de la alerta de Alemania?
La fase dos de alerta del gobierno alemán contempla varias acciones para evitar una crisis de escasez de energía. Entre las más drásticas se contempla dar luz verde a las empresas proveedoras del servicio para que traspasen los precios a los consumidores. De esa manera conseguirían disminuir la demanda al bajar el consumo ciudadano.
“Nos defendemos de esto. Pero será un camino pedregoso por el que nosotros como país tenemos que caminar. Incluso si todavía no se siente, estamos en una crisis de gas”
La parte negativa de esta medida sería el descontento entre la población, lo cual desembocaría en protestas, huelgas y mayor desestabilización interna. Por ahora, las autoridades optaron por no aplicar esta medida, aunque la misma no se descarta si la situación empeora. En caso de que la alerta pase a la tercera fase, indudablemente esa situación llegaría.
Otra de las medidas ante el espectro de quedarse sin gas, es la apertura de una línea de crédito de €15.000 millones de euros. Este monto se destinaría para rellenar las reservas estratégicas. Asimismo, se destaca un modelo de subastas de gas durante el verano. El mismo tendría por norte incentivar el ahorro de energía entre los consumidores industriales, explica El País.
“Nos defendemos de esto. Pero será un camino pedregoso por el que nosotros como país tenemos que caminar. Incluso si todavía no se siente, estamos en una crisis de gas”, expresó Habeck. Agregó que la producción industrial será afectada y el asunto se convertirá en “una carga importante” para muchos consumidores.
La fase tres sería una acción eminentemente bolchevique
Pero si la segunda fase de alerta parece espeluznante para la economía alemana, la tercera sería una verdadera pesadilla. Ese tercer nivel de emergencia implicaría que el Estado tome en sus manos el control centralizado de la distribución del vital hidrocarburo. De ese modo, el gobierno central sería el único encargado de las redes de comercio y mercado.
Algunos sectores europeos confían en la palabra de la empresa rusa sobre las labores de mantenimiento en el Báltico. Sin embargo, la misma ha sido más drástica que otros procesos similares. Además, el recorte de suministro no ha sido compensado. De cualquier modo, el propio ministro de energía alemán dice que el país debe prepararse para lo peor.
Actualmente, los depósitos alemanes están un poco por encima de la mitad (58%) y se teme que a este ritmo se quedarían pronto sin gas. Con la fase dos del plan de emergencia, Habeck dijo que si en diciembre las reservas no llegan al 90% probablemente tendrían que aplicar racionamientos. Las autoridades harán lo posible por evitarlo, pero la posibilidad sería muy alta, subrayó.
Debe considerarse que un poco menos del 20% de la electricidad alemana se genera a partir del gas. Este sector comprende buena parte de la industria farmacéutica y química, además de los hogares. En el resto de los países europeos, las alarmas están encendidas. Los gobiernos luchan a contrarreloj para llenar las reservas estratégicas que permitan mantener los hogares calientes durante el invierno.
La UE se queda sin alternativas al gas ruso
Las naciones de la UE tienen una dependencia del gas ruso que ronda el 40% de todas sus importaciones del hidrocarburo. En consecuencia, mantener lazos de hostilidad con Moscú se traduce en un alto precio que los gobiernos estuvieron dispuestos a pagar. Mientras tanto, la guerra en Ucrania se desarrolla en cámara lenta y los rusos parecen no tener apuros mientras las economías europeas se desangran enviando miles de millones de euros de sus contribuyentes a Kiev en forma de armamento.
Los ciudadanos de Europa y Estados Unidos en cualquier momento podrían hartarse de que sus impuestos se utilicen para financiar una guerra interminable. En tal escenario, Moscú lograría parte de sus objetivos como controlar a una Ucrania en la lona y dejar a sus rivales occidentales con las arcas vacías.
Paralelamente, las naciones de la UE se quedan sin alternativas a los productos rusos como el gas. Algunos países como Hungría y Serbia ya han marcado distancia y prefieren mantener lazos estrechos con el Kremlin. Para los gobiernos de estas naciones, sus intereses nacionales están por encima de cualquier guerra fuera de sus fronteras.
Otro de los sectores que se llevará una dosis ácida es el medioambiental. Las autoridades alemanas y de otras naciones están dando marcha atrás a muchos de los planes de reducción de emisión de gases de efecto invernadero. Tal es el caso de Alemania, Países Bajos y Austria, que recientemente afirmaron que la quema de carbón para generar buena parte de la energía que antes producían con el gas ruso no está descartada.
Esta posibilidad se hace inminente a pesar de las declaraciones de la jefa de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. “Tenemos que asegurarnos de usar esta crisis para avanzar y no retroceder en los combustibles fósiles sucios”, expresó a los medios.
Medidas recíprocas frente a las sanciones
Al otro extremo de la balanza, la posición de Rusia parece más cómoda de lo que se pudo pensar al inicio de la guerra. La expectativa de que las oleadas de sanciones destruyeran la economía rusa probablemente fueron exageradas y los problemas se están trasladando al bando sancionador. Esta situación ha dado coraje a Moscú para que ejerza presión contra los países que denomina “hostiles”.
Por ejemplo, la exigencia de que los países hostiles debían pagar con rublos los envíos de gas y petróleo no fue suficiente para el Kremlin. Entre las naciones afectadas por los cortes de gas, también figuran algunos de los que cedieron a pagar con la moneda rusa por el hidrocarburo. Se trata de Eslovaquia. No se debe perder de vista que las rutas de envíos de gas afectan a todos los recipientes.
Que los países europeos se queden sin gas es visto por Rusia como una medida recíproca frente a las sanciones que le impusieron. Como ya se resaltó, por ahora las sanciones no están causando los efectos severos que se esperaban. Una muestra de ello es la fortaleza de la moneda rusa, la cual está en altos de casi una década frente al dólar estadounidense.
Un reciente trabajo del New York Times enumera las razones de que la moneda rusa esté en la posición más fuerte en 7 años. Entre ellas, se habla de un rígido control estatal, el aumento de las exportaciones y la caída de las importaciones. Todos estos han sido los motores que impulsan al rublo en el mercado de divisas, según el portal estadounidense.
Tan inesperado ha sido el fortalecimiento del rublo, que el banco central ruso está tomando medidas para tratar de debilitarlo. Esto último lo estarían haciendo para evitar que las exportaciones rusas pierdan en términos de competitividad, explican especialistas consultados en CNBC.
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“Nuestro producto, nuestras reglas”
Si algo queda en evidencia en el actual contexto, es que Rusia sabe aprovechar su estatus de superpotencia para responder a las sanciones. En ese sentido, el máximo dirigente de la gigante Gazprom, Alexei Miller, respondió a los señalamientos de las autoridades alemanas por la crisis del gas. Expresó que los principales culpables son los gobernantes teutones “al dejarse arrastrar por la histeria rusofóbica”.
Miller asegura que las reducciones de los envíos de gas a los países de la UE tiene su punto de origen en varios factores. El primero se debe a los mantenimientos en los gasoductos del Báltico. Vinculado a esto, explicó que ese proceso se demorará debido a la tardanza de la devolución de los equipos enviados por la empresa Siemens Energy a Canadá para mantenimiento.
De esa manera, el directivo afirma que si Europa se queda sin gas, se debe “a su propia torpeza”. Se debe recordar que Canadá bloqueó el envío de repuestos de la alemana Siemens, que estaban en mantenimiento en su territorio, hacia Gazprom en el marco de las sanciones. Por ello, el Kremlin asegura que los recortes de los envíos “no fueron premeditados” por su parte.
Por otro lado, Miller recalcó que Rusia juega con sus propias reglas luego de limitar los envíos de gas a Alemania a menos de 70 millones de metros cúbicos por día. “Es nuestro producto y, por lo tanto, son nuestras reglas. No jugamos con reglas que no hemos creado”, reiteró citado por la BBC el director ejecutivo de la gigante rusa durante el recientemente celebrado Foro Económico de San Petersburgo en el óblast (provincia) de Leningrado.
“Juego trancado”: Canadá se niega a devolver la turbina a Gazprom
Para entender el trasfondo de este asunto, se debe tener en cuenta que las turbinas con que funcionan los gaseoductos son delicadas. Por ello requieren constantes mantenimientos para mantenerse operativas. En tanto, la empresa Siemens, proveedora de esas turbinas a la rusa Gazprom, realiza los mantenimientos en Canadá.
“Estamos tratando de ser sensibles a las preocupaciones que expresan Alemania y otros y tratando de encontrar una resolución que nos permita asegurarnos de que estamos respetando la intensión de las sanciones”
Al enviar la turbina rusa a mantenimiento en ese país, las autoridades de Ottawa se negaron a devolverla, puesto que eran de una empresa rusa. De ese modo, Alemania pone en Rusia la responsabilidad si se queda sin gas. Al mismo tiempo, Rusia culpa a Canadá por “el robo” de una pieza indispensable para el envío del hidrocarburo. El círculo lo cierra Canadá al culpar a Rusia de nuevo.
Para empeorar el asunto, las autoridades canadienses parecen no estar dispuestas a devolverlas a pesar de mantenerse en conversaciones con Berlín. Este jueves, Reuters reportó que el ministro de Recursos Naturales de Canadá, Jonathan Wilkinson, se muestra con poca disposición a buscar una solución al tema de la turbina retenida.
El ministro habría dicho que durante la reunión del G7 a sostenerse el fin de semana, el tema se tocará. No obstante, es poco probable que cualquier discusión lleve a una solución. “Estamos tratando de ser sensibles a las preocupaciones que expresan Alemania y otros y tratando de encontrar una resolución que nos permita asegurarnos de que estamos respetando la intensión de las sanciones. Pero también queremos asegurarnos que no estamos penalizando a nuestros aliados”, expresó Wilkinson remarcando las pocas probabilidades de devolver la turbina.
El comunicado de Siemens
La última pieza de este puzzle es la empresa alemana que provee las turbinas a Gazprom y la cual la envió a mantenimiento en Canadá. Es poco lo que Siemens puede hacer más que esperar una solución a un problema que salta al campo de la política.
“Debido a las sanciones impuestas por Canadá, actualmente es imposible que Siemens Energy entregue turbinas de gas reacondicionadas al cliente [Gazprom]. Hemos informado a los gobiernos de Canadá y Alemania y estamos trabajando en una solución viable”, explicó la empresa.
Sin una solución a la vista, el precio del gas se mantiene al alza y las autoridades alemanas se preparan para tomar medidas. Por ahora, el paso dos de la alerta ya fue anunciado por el gobierno. Otra solución alternativa podría pasar porque Rusia desviara los envíos de gas por rutas alternas, pero dadas las tensiones es poco probable que se tome la molestia de ayudar a países que la han sancionado.
El presidente de la red nacional de redes de Alemania, Klaus Mueller, dijo que esto es una señal. Acusó al Kremlin de intentar sembrar la inseguridad para hacer subir los precios de los hidrocarburos a su conveniencia. Con ello, Rusia recibiría mayores ingresos por sus exportaciones y podría llevar adelante la guerra contra Ucrania a su propio ritmo de avance lento. Esta acusación fue desestimada por el presidente de Francia, Emmanuel Macron. Citado en Financial Times, afirmó que no había pruebas de que Rusia estuviera manipulando el mercado.
“Aquí no hay una agenda oculta”
En teoría, Rusia luce bien parada en esta situación. A esta conclusión se puede llegar si se atienden las palabras del portavoz presidencial ruso, Dmitri Peskov. Citado por la agencia estatal TASS, el funcionario dijo que su país sigue de manera estricta todos sus compromisos de envíos de gas a Europa. Décadas de confianza son respaldo de ello, expresó.
“Si una turbina que necesita servicios debe devolverse luego de los trabajos de reparación y no [se devuelve]. Tal vez, el hecho de que la turbina no se devuelva, de hecho, no es enteramente una razón tecnológica”, expresó. “Todo esto es evidente, no hay agenda oculta aquí”, agregó Peskov. Con esto insinuó que si un proceso requiere una maquinaria y la máquina no está, la acción no se puede llevar adelante.
En ese sentido, la decisión de dejar a Europa sin gas es de sus propios aliados y no de Rusia, país que no se ha negado a seguir cumpliendo sus compromisos comerciales, puesto que se trata de su reputación comercial, “algo que nos tomamos muy en serio”, concluyó el portavoz del Kremlin.
De cualquier manera, ante la pregunta que todos se hacían al inicio de la guerra sobre qué pasaría cuando Rusia detuviera el envío de gas, la respuesta parece estar a la vista.