- Los principales índices estadounidenses se tiñeron de rojo este viernes luego de conocerse las cifras de inflación.
- El índice de precios de producción (IPP) de noviembre experimentó un movimiento diferente al esperado.
- Estos movimientos se producen a pocos días de la reunión de diciembre del Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC).
Este viernes, las autoridades estadounidenses publicaron los datos de inflación (IPP) correspondientes al mes de noviembre, los cuales generaron revuelo en el mercado. Los índices se desplomaron en medio de un retroceso continuado que solo fue interrumpido durante la jornada del jueves. Los temores de recesión salen a flote nuevamente.
La tasa interanual del IPP de noviembre bajó hasta el 7,4% desde el 8,1%. Esta cifra corresponde con los pronósticos de los expertos analistas de los mercados financieros. En lo que respecta a la cifra mes a mes, hubo un crecimiento del 0,3%, lo que fue considerablemente mayor a la cifra de 0,1% esperada por el consenso. Estos movimientos se producen a pocos días de la reunión de diciembre el FOMC en la que se aplicará una nueva subida de tipos.
El retroceso lento de la tasa de inflación mayorista, sumado a las cifras de aplicaciones de desempleo, renuevan los temores de recesión. Durante toda la semana, los mercados presentaron números rojos luego del más reciente rebote. Los inversores parecen más inclinados a los activos defensivos ante un 2023 que promete ser de fuertes tasas y alta inflación.
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Los datos de inflación renuevan los temores de recesión
El rebote de las últimas semanas parece haber llegado a su fin. Antes de la publicación de los datos de inflación, las acciones sufrieron consecutivos retrocesos. Los datos trimestrales de algunas compañías tuvieron reacciones mixtas. Sin embargo, en líneas generales, el sentimiento dentro de Wall Street se estaría inclinando de manera marcada hacia el pesimismo.
De tal manera, hasta el final de la semana, el S&P 500 cayó un -3,4%, lo que se traduce en 137,32 puntos. Con esto, el índice de referencia quedó en 3,934.38 puntos. El Dow Jones retrocedió -2,8% y el Nasdaq un contundente -4%. Pero fueron las empresas pequeñas las que se llevaron la peor parte. En consecuencia, el índice Russell 2000 descendió un -5,1%.
En lo que va de año, dos de estos índices se encuentran en mercado bajista: el Russell (-20%) y el Nasdaq (-29,7%). Por su parte, el Dow se mantiene a la baja un -9% y el SPX en -17,5%. El último de estos índices estuvo durante un breve período en la franja de merado bajista durante 2022. Debe tenerse en consideración que el término “bear market” se aplica a las acciones, fondos, índices y otros activos que caen un 20% o más en comparación con sus picos recientes.
Durante la jornada particular del viernes, todos los índices retrocedieron y la razón estuvo en los tibios datos de inflación. No debe perderse de vista que los mercados esperan números de precios con retrocesos marcados, puesto que eso apuntaría a un efecto rápido de las medidas de la Fed. Por otro lado, un retroceso lento es visto como un síntoma de que la época de tasas altas se prolongará, lo que no es en absoluto agradable para los inversores.
Los datos de inflación perturban a los inversores
La Reserva Federal se vio obligada a aumentar la agresividad en sus políticas monetarias y los últimos cuatro ajustes fueron de 75 puntos básicos. La inflación, en lugar de retroceder con las medidas, continuaba subiendo, lo que generaba terror y evocaba el fantasma de Paul Volcker. Mayor drama generaba la afirmación de los funcionarios del banco central de que estaban dispuestos “a hacer lo que fuera necesario”.
“Los principales índices del mercado financiero estadounidense sufrieron considerables pérdidas durante la semana. Solamente el jueves hubo movimientos positivos”
Pero las agresivas subidas, por lo menos, evitaron que la inflación continuara la espantosa escalada. Cuatro ajustes seguidos de gran magnitud no lograron provocar un retroceso en las primeras de cambio y Wall Street teme que los efectos se manifiesten de manera lenta. El hecho de que la inflación mayorista apenas haya retrocedido habla más de un estado de limbo que de un retroceso confiable en sí. Esto último lo sostienen algunos analistas.
“Existe la sensación de que la inflación se ha estancado, pero dicho esto, todavía es difícil y lo más probable es que la Fed tenga que presionar más”, afirma Quincy Krosby de LPL Financial, citado en AP. La inflación más alta en cuatro décadas y la respuesta agresiva de la Reserva Federal para bajarla han sido los principales motivos de caídas de los mercados durante el 2022.
Ahora que los datos apuntan hacia la posibilidad de una inflación en un punto muerto, las probabilidades de recesión aumentan considerablemente. Aunque el banco central reduzca el ritmo de subidas de tasas (se espera un 0,5%) eso no significa que las mismas se mantendrán bajas. Al contrario, con precios estancados en las alturas es de suponer que la Fed alargará el esperado recorte de tipos.
Si el escenario de arriba se cumple, es casi seguro que las acciones continuarán sufriendo de alta volatilidad durante la mayor parte del 2023.
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Los datos de la Universidad de Michigan generan optimismo
Pero no todo se trata de malas noticias para los capitales de los inversores. En ese sentido, los datos de la Universidad de Michigan, los cuales son tomados muy en cuenta por la Fed, presentan un panorama más positivo. Según esta institución de educación, para diciembre habrá una notable mejoría en cuanto a los precios.
Asimismo, en la expectativa a un año, la inflación caería hasta un 4,6%. Pese a que se trata de una cifra alta en comparación con los deseos de los inversores y del banco central, al menos se alejaría del temido estancamiento. Un complejo panorama se perfila mientras los capitales se mantienen indecisos entre acudir a los activos de riesgo o buscar posiciones defensivas.
Según importantes bancos como Morgan Sachs, el rebote reciente de las acciones ya sería cosa del pasado. El respetado analista de esa institución, Mike Wilson, quien predijo con éxito las caídas y los rallys cortos de este año, no tiene dudas. Según su opinión, los inversores deben buscar activos de refugio y “prepararse para la tormenta”. Similares opiniones esbozaron recientemente los estrategas del Bank of America.
El próximo miércoles se verán las caras los máximos responsables de las políticas monetarias de EE.UU. quienes tomarán en cuenta todos los datos liberados recientemente para definir la lucha contra la inflación. Como ya se dijo, el grueso de los analistas espera que la Fed relaje la magnitud de la subida de tasas. Esta expectativa fue creada por el propio banco central ante el peligro de que ir demasiado lejos pudiera herir algunos sectores financieros clave de la economía estadounidense.
Los bonos suben a la espera de la reunión del FOMC
Al mismo tiempo que los mercados se desangraron, los rendimientos de los bonos del Tesoro se incrementaron. Esto último como consecuencia de que los operadores aumentaron las apuestas sobre cuál sería el nivel de la subida de tipos. Hasta el momento, la tasa clave se coloca entre 3,75% y 4% luego de ser subida de manera agresiva. Lo notable de este incremento es que en marzo de 2022 se encontraba básicamente en cero.
Un aspecto a remarcar tiene que ver con el hecho de que la Fed no descarta nuevos incrementos agresivos. En otras palabras, aunque la subida de diciembre sea moderada, para el año que viene la agresividad podría retornar al escenario. Los propios funcionarios del banco central han dejado claro que las medias apretadas están sobre la mesa antes de que llegue la esperada pausa.
Las altas tasas de interés tienen un efecto nocivo para la economía debido a que aumentan el costo del pago del dinero prestado. Esto afecta de manera particularmente aguda a las empresas, ya que se ven obligadas a recortar gastos por medio de menor producción y despidos. De tal modo, si las tasas suben más allá de lo tolerable, la economía podría entrar en recesión. Tal situación se lleva consigo hacia el precipicio a las acciones y otras inversiones financieras.
Esto hace que los datos de inflación cobren particular importancia, puesto que de ellos depende la agresividad del banco central y el destino del capital de inversión.