- En la medida en que las fuertes políticas monetarias del banco central hacen efecto, los consumidores ven limitada su capacidad.
- Al mismo tiempo, la alta inflación se presenta como un constante dolor de cabeza que recorta los presupuestos de los hogares.
- La caída del consumo minorista es una de las expresiones más nítidas del estado del crecimiento económico.
Los consumidores estadounidenses tienen cada vez menos opciones de estirar sus presupuestos para hacer compras en las principales cadenas. Así lo sugieren los datos más recientes de gasto minorista, los cuales mostraron un retroceso del 1% durante marzo. Las condiciones macroeconómicas pesan sobre los presupuestos de los hogares y podrían empeorar en lo sucesivo.
Debe tenerse en consideración que se trata del segundo mes consecutivo de recorte de compras por parte de los consumidores al por menor. En consecuencia, los consumidores parecen volverse más cautelosos en comparación con el avance que se experimentó en enero. La incertidumbre sobre una posible recesión está pesando seriamente en los presupuestos de los hogares.
De tal manera, durante el mes de marzo, el gasto retrocedió en 1% desde el mes de febrero. Si se compara con meses anteriores, se trata de un desplome considerable. Por ejemplo, el mes anterior el retroceso fue de 0,2% y en enero se experimentó un aumento inusual del 3,1%.
Con esto queda claro que las medidas agresivas de la Reserva Federal (Fed) comienzan a jugar su parte en el sector. En todo caso, muchos especialistas resaltan el hecho de que el retroceso fue mucho mayor a lo que se esperaba.
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El impacto de la inflación en la caída del gasto minorista
Existen dos causas fundamentales para que el sector minorista recorte de manera dramática su gasto en los establecimientos. El primero de ellos es la alta inflación que sacude a la principal economía mundial desde al menos la segunda mitad del año 2021. El segundo factor de peso consiste en las medidas de la Fed para frenar el crecimiento descontrolado de los precios. En otras palabras, tanto el remedio como la enfermedad causan estragos por igual en los bolsillos ciudadanos.
Aunque la inflación se encuentra en pleno proceso de enfriamiento, eso no significa que dejó de afectar de manera negativa los salarios reales. En lo que va de año, el Índice de Precios al Consumidor (IPC) marca una pronunciada tendencia decreciente de su ritmo. En enero, la inflación interanual se colocó en 6,4%. Durante el mes siguiente, el porcentaje de subida fue de 6,0%. En el más reciente informe del Departamento del Trabajo de marzo, la inflación año tras año cerró en 5,0%.
Pero a pesar de este fuerte congelamiento del ritmo, los precios se mantienen muy por encima del objetivo de la Fed del 2%. Asimismo, existen potenciales amenazas de que la inflación retome el impulso alcista en los próximos meses. Uno de ellos es el posible aumento de los precios del petróleo, lo que llevaría al combustible cerca de la barrera de los $5 dólares por galón nuevamente en EE.UU.
Vale mencionar que los precios del combustible se contaron entre los principales motores de la inflación desde 2021. De igual modo, el combustible también tiene un efecto en cadena inevitable en decenas de mercados. Bajo un empeoramiento de las condiciones, el banco central se vería obligado a aplicar medidas más agresivas para contener los precios.
De esa manera, el impacto en el gasto minorista sería mucho mayor. Los consumidores se verían obligados a reducir sus compras como consecuencia de las limitaciones que impone la receta de la Fed para bajar los precios.
El peso de las políticas monetarias de la Fed
La Reserva Federal no ha mostrado timidez a la hora de reafirmar su postura irreconciliable con respecto a llevar la inflación al 2%. Desde su presidente, Jerome Powell, hasta los funcionarios estadales de todos los rangos, remarcan insistentemente que harán lo que sea necesario para bajar la inflación. Incluso, desde el banco central están dispuestos a permitirse una recesión para la economía si eso permite cumplir esa meta.
Desde marzo de 2022, las autoridades dieron inició a un agresivo plan de subida de tipos de interés para congelar el crecimiento económico. La parte fuerte de las medidas está enfocada en doblegar el mercado laboral para frenar el impulso del sector minorista. Pese a ello, más de un año se necesitó para que el sector trabajo comenzara a mostrar las primeras fracturas.
Como consecuencia de la caída tímida en el crecimiento de las nuevas plantillas, el gasto ya mostraría sus limitaciones. En todo caso, la Fed mantiene la apuesta por unas altas tasas durante todo el 2023. Así, el banco central no aplicaría ningún tipo de rebajas a los tipos hasta mínimo 2024, cuando se aseguren que las medidas cumplieron la meta de congelar el crecimiento.
Incluso, dentro del banco central hay funcionarios que apuestan por aplicar aumentos adicionales de la tasa. De tomar ese rumbo, la tasa de fondos federales podría cerrar cerca del 6%, lo cual estaría cantando prácticamente una recesión. Tal escenario se convertiría en una pesadilla para los presupuestos de los hogares y llevaría el gasto minorista a su mínima expresión.
En las minutas de la reciente reunión del Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC), se conoció que el banco central se prepara para el choque. Al parecer, las posibilidades de un aterrizaje suave quedan definitivamente enterradas y el golpe de gracia habría sido la crisis bancaria de mediados de marzo.
Las cifras bajo la lupa
Cabe señalar que la noticia de la caída del consumo se puede considerar como positiva cuando se habla de los objetivos de la Fed. No obstante, para los hogares es mucho más dramática. Pero también se deben tener algunos puntos en el foco de atención, pues gran parte de la caída del consumo se condensó en algunos sectores, mientras que en otros hubo números positivos.
Concretamente, las estaciones de servicio se llevaron la peor parte con una caída de las ventas del -5,5%. También hubo retrocesos en concesionarios, tiendas de equipos eléctricos, artículos de hogar y de jardín. Pero en lo que respecta al gasto en productos en mercados en línea, el mismo aumentó en 1,9% y 0,1% en establecimientos como bares y restaurantes.
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Aunque las ventas de marzo quedaron en -1%, si se excluyen los concesionarios de coches y las estaciones de servicio, las cifras son menos dramáticas. Bajo esas circunstancias, el gasto minorista queda en -0,3%.
Según economistas citados por AP, la economía de Estados Unidos podría cerrar el primer trimestre en 2%. Sin embargo, si el consumo, que se traduce en dos terceras partes del PIB, continúa cayendo, el crecimiento entrará en contracción para este segundo tramo trimestral.
Lydia Boussour, de EY Parthenon, fue enfática en este punto al comentar a AP:
“El efecto acumulativo de la inflación históricamente alta, el aumento de las tasas de interés y la reducción del acceso al crédito ya está afectando la capacidad y la voluntad de gastar de los consumidores”
La experta agrega que “el motor del consumo” perdió impulso durante el primer trimestre y se prepara para lo que será un duro segundo trimestre.