- La inflación en Estados Unidos parece mantener la senda del enfriamiento, tal como esperaban los analistas de Wall Street.
- De tal manera, el Índice de Precios al Consumidor (IPC) subió en 5% en términos interanuales y 0,1% mes a mes.
- Detrás de estos buenos resultados estuvo la caída de los precios de la energía y el combustible y la línea plana de los precios de los alimentos.
El IPC de Estados Unidos continúa enfriándose en la medida en que hacen efecto las medidas de la Fed. Las altas tasas de interés desaceleran la economía y la esperanza de que los precios sean llevados al objetivo del 2% del banco central se avivan. Sin embargo, también se teme que esas mismas buenas noticias lleven a la recesión.
La crisis bancaría del mes pasado añadió más drama al panorama y los propios funcionarios de la Fed admiten la posible recesión. En las minutas de la reciente reunión del Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC) queda claro que los funcionarios esperan que la crisis bancaria sea el vehículo hacia una contracción de importante magnitud.
De cualquier manera, los precios continúan retrocediendo en la más importante economía del mundo. En consecuencia, durante el último año que terminó en marzo, los precios al consumidor experimentaron una subida de 5%. Al mismo tiempo, mes a mes, la inflación avanzó 0,1%, según el reciente informe del Departamento del Trabajo.
Aunque estos números son positivos si se comparan con las cifras de inflación de enero (6,4%) y febrero (6%), todavía están lejos del 2% objetivo. Por su parte, la inflación de núcleo o subyacente (excluyente de precios volátiles) se colocó en 5,6% en consonancia con la expectativa de Wall Street.
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La lucha de Estados Unidos contra el alto IPC podría llevar a la recesión
Aunque toda la sociedad espera que las autoridades tengan éxito a la hora de derrotar la inflación, eso traería consecuencias. Llevar el IPC de Estados Unidos al objetivo de la Fed significa que los precios de los productos y servicios caigan y no es algo que sucede de manera voluntaria. No se le puede pedir a las personas que por favor dejen de consumir.
Frente a esa realidad de las sociedades democráticas, el recurso de las autoridades es que las personas se abstengan de comprar por otras vías. Estas últimas se resumen básicamente a dañar el bolsillo de los consumidores, lo cual es un proceso delicado, puesto que no solamente afecta a los hogares, sino también a las empresas y a los mercados financieros.
El banco central sube la tasa de interés para que las empresas sean incapaces de gozar de créditos a bajo costo. Esto afecta negativamente la capacidad productiva y los ingresos de las mismas. Para salir de esa situación de crisis, las directivas toman medidas especiales de ahorros como el recorte de plantillas. Al subir el desempleo, las personas dejan de comprar y se crea un círculo que vuelve a las empresas y así sucesivamente. En efecto, esto provoca la caída de la inflación, pero a costa del crecimiento económico.
En otras palabras, la lucha contra el IPC en Estados Unidos, es como quemar el coche para evitar tener un accidente de tránsito más adelante. Claro está que en la economía real no existe la opción de no dañar el vehículo.
El otro aspecto de interés es que las medidas del banco central no son mecánicas, sino que depende de muchos factores. Un error de cálculo, un evento imprevisto o una actuación a destiempo podrían precipitar todo hacia el peor de los escenarios.
Los factores que provocaron la desaceleración de los precios
Aunque los funcionarios de la Fed están lejos de sentirse cómodos con el actual estado de la inflación, la desaceleración de los precios parece evidente. Es importante resaltar que los precios están en su punto más bajo desde junio de 2021, según datos de la Oficina de Asuntos Laborales. Esto último en términos interanuales.
Las subidas de las tasas están afectando la capacidad de los consumidores y eso se evidencia en la caída de los precios de productos básicos. Por ejemplo, los alimentos dejaron de subir en líneas generales y sus precios se proyectaron a la baja en -0,3% durante todo el mes de marzo. Se trata del primer retroceso de los productos alimenticios desde septiembre de 2020. Paralelamente, los precios de la energía cayeron en -3,5%.
Los precios de las viviendas experimentaron un crecimiento del 0,6%, es decir, la menor ganancia del sector desde noviembre de 2022. Vale mencionar que sobre bases anuales, los precios de las viviendas todavía están por encima del 8,2%. No se debe perder de vista que este mercado ocupa una tercera parte del peso en los precios al consumidor. De allí que sea uno de los indicadores que más siguen de cerca las autoridades del banco central.
Según el analista Jeffrey Roach, consulado en CNBC, sin contar los precios del sector vivienda, el IPC en Estados Unidos se coloca en 3,4%. Con esto se puede tener una idea del peso real de ese mercado dentro de la perspectiva inflacionaria del país norteamericano.
Es especialista cree que esta actualización del IPC es positiva para los mercados. Esto último porque los inversores tendrían casi certeza de que la próxima reunión del FOMC podría ser la última en que se apliquen subidas en la tasa de fondos federales.
Otro indicador de gran peso que ayuda al enfriamiento de precios
El mercado de coches usados fue el mayor impulsor de los precios al consumidor, sobre todo en 2021, en la crecida que se prolongó con la burbuja del dinero fácil. No obstante, este sector es uno de los que más ha retrocedido desde que la Reserva Federal comenzó a apretar su política monetaria. Los sectores de coches nuevos y usados continúan intercambiándose en el primer lugar de preferencias, pero ambos descienden.
El primero de ellos, es de los usados, bajó en marzo en -0,9%. En lo que respecta a los términos interanuales, para marzo su descenso es de -11,2%. Los servicios médicos también retrocedieron mes a mes en -0,5%.
Para muchos analistas, el papel del banco central para enfrentar el asunto de la inflación fue ineficiente, sobre todo en 2021. De tal modo, la Fed habría perdido un tiempo valioso en el que hubieran hecho retroceder la inflación sin necesidad de medidas extremas. Pese a ello, no se debe pasar por alto que, de haberse dado ese escenario alternativo, el crecimiento económico que se experimentó ese año no hubiera sido posible.
Sea como sea, lo que la Fed comenzó calificando como algo “transitorio” se convirtió en un dolor de cabeza para todo el país. El IPC se incrustó de tal manera en la economía de Estados Unidos que fue preciso que las autoridades aplicarán la subida de tipos más fuerte desde 1980. Desde marzo de 2022 hasta el presente, las subidas de tipos acumularon un 4,75-5%.
También cobra importancia el hecho de que en 2023 no se producirán reducciones de tipos, lo que indica que las condiciones podrían empeorar. Los propios funcionarios del banco central dejaron claro que la tasa se podría mantener en 5% o más hasta el próximo año. Para entonces, los efectos completos de la política monetaria ya habrán generado consecuencias en los hogares y empresas.
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La lucha por enfriar el mercado de empleo
El mercado de empleo se convirtió en un hueso duro de roer para las autoridades del banco central estadounidense. De allí que este se convirtiera en uno de los principales objetivos de la Fed. Derrotar el empleo se convirtió en una tarea indispensable de la que dependía tener éxito o no en la lucha por bajar los precios al consumidor.
El mercado de empleo durante el período del dinero fácil se fortaleció de tal modo que apenas ahora muestra síntomas reales de fractura. Fenómenos como la gran renuncia y la apertura de multitud de plazas en el ascendente mercado digital de trabajo jugaron un papel de primera línea. Todo esto provocó una aguda escasez de mano de obra y, como consecuencia directa, la subida de los salarios.
Las personas en Estados Unidos podían optar entre distintos trabajos y el regreso a la normalidad no fue evidente en el sector laboral. Muchos trabajadores fueron forzados por la pandemia a trabajar desde casa y jamás retornaron a las oficinas, lo que impacto la capacidad de pagar salarios de otras áreas como restaurantes, taxis y vestimenta. En líneas generales, el sector del trabajo alcanzó una solidez que contribuyó a un considerable crecimiento del consumo.
Ahora que la Fed hace sus mayores esfuerzos, las nóminas en Estados Unidos parecen enfriarse, lo cual es una buena noticia en lo que a IPC se refiere. Para marzo, las nóminas no agrícolas crecieron en 236,000 puestos. Se trata del crecimiento más bajo desde diciembre de 2020. Paralelamente, las ganancias promedio por hora de trabajo subieron un 4,2%, es decir, el nivel más bajo desde junio de 2021.
La Reserva Federal tiene la esperanza de lograr un “aterrizaje suave”. Se trata de una situación en la que se causa un daño en el empleo suficiente para bajar los precios, pero no tan fuerte como para provocar una contracción del crecimiento del PIB.