- Para el director ejecutivo de esta poderosa administradora de inversiones, Larry Fink, el trabajo remoto tiene una parte de responsabilidad en la inflación.
- A su juicio, no laborar desde los puestos tradicionales en las empresas atenta contra la productividad en la economía.
- De esa manera, si los trabajadores producen menos y reciben un pago igual o mayor que antes, eso lleva al incremento de los precios, opina.
Una de las mayores bendiciones para millones de trabajadores en todo el mundo, fue el florecimiento del trabajo remoto. Con la pandemia, gran parte de las empresas se vieron obligadas a cerrar las puertas y mandar a sus trabajadores a laborar desde casa. La denominada nueva realidad se convirtió en un fenómeno que muchos sociólogos están apenas comenzando a estudiar.
Una frase común de todo esto, es que la pandemia habría cambiado para siempre la forma en que trabajamos. El mundo laboral nunca volvería a ser el mismo una vez que la era del confinamiento se retirara. Y así fue. Aquellas empresas que pretendían volver a las condiciones laborales previas a la pandemia fueron agudamente afectadas por renuncias masivas.
Los trabajadores se adaptaron rápidamente al beneficioso trabajo desde casa y comenzaron a imponer condiciones a sus empleadores. La cuarentena permitió que millones de personas “descubrieran” formas alternativas de generar ingresos. De ese modo, si las empresas les presionaban para que volvieran a las oficinas, estos simplemente renunciaban y se enfilaban en otras más flexibles e incluso se convertían en trabajadores libres o freelancers.
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¿Por qué los empleados prefieren el trabajo remoto?
Son pocos los trabajadores que se manifestarían con términos negativos frente al trabajo remoto o desde casa. Los beneficios para la vida personal de no estar de 6 a 8 horas al día sometido a ojo avizor de los superiores, son invaluables. Asimismo, mantenerse alejado de los problemas cotidianos de las oficinas se convirtió en una situación de paz mental para millones.
Pero escapar de ambientes laborales no agradables y pasar más tiempo con la familia son apenas algunas de las ventajas. Los atractivos principales del trabajo remoto tienen que ver con las infinitas posibilidades económicas y de ahorro. A final de cuentas, esto último se traduce en bienestar para el trabajador y para su ambiente familiar.
De esta manera, trabajando desde la comodidad de su hogar, las personas no tienen necesidad de invertir en la costosa vestimenta ejecutiva. De igual manera, se ahorran el gasto del transporte público o el combustible y mantenimiento de sus coches. Con respecto al traslado, el tiempo que tardaban en llegar a la oficina significa unos minutos de más en la cama o un tiempo para relajarse con una taza de café.
A esto se suman innumerables microventajas como la frecuencia de los breaks laborales, duchas para refrescar la mente y más. También se cuenta la capacidad de mudarse a lugares con alquileres más económicos, ya que vivir cerca de la oficina deja de ser necesario. Muchas personas aprovecharon la flexibilidad del trabajo remoto para hacer turismo y conocer nuevos lugares sin tener que dejar de trabajar.
Sin embargo, toda esa comodidad no significa que el mundo haya cambiado para convertirse en un lugar idílico para los asalariados. Una enorme masa de empleadores no estaba preparada para la nueva realidad y eso se traduce en graves problemas de productividad. A fin de cuentas, en una sociedad capitalista alguien debe pagar por esa nueva realidad.
Los problemas de productividad que acarrea el trabajo remoto
Aunque la inflación es causada por una gran variedad de fenómenos como los precios del combustible y la energía, el trabajo a distancia, a juicio de Fink, se suma a los elementos que impulsan los precios de los bienes y servicios. La gran renuncia en la economía estadounidense sacó una gran masa laboral de muchas empresas clave para el mercado productivo de ese país. Esos trabajadores se dirigieron a otros sectores no relacionados con las mismas.
En consecuencia, gran parte de los trabajadores del sector productivo, que ya estaba flojo, salieron de él para reforzar otras áreas que ya venían bien. La enorme cantidad de personas que ahora trabajan desde la comodidad de sus hogares han restado ingresos a sectores como el de transporte, restaurantes, vestimenta y otros. Gran parte de las empresas ha experimentado una merma en los ingresos debido a que los clientes ahora no son dependientes de sus productos.
Para tener una idea de la magnitud de la masa laboral que ahora trabaja desde su lugar de residencia basta citar un reciente estudio de la consultora McKinsey, citado en Fool.com. Según ese trabajo, el 58% de los estadounidenses trabaja desde casa al menos un día a la semana. Asimismo, el 35% de los consultados por la encuesta afirma que trabajan desde casa toda la semana. Estos datos hacen evidente que existe una aguda caída de la productividad del trabajo desde el inicio de la pandemia y que no ha mermado a pesar de que las medidas de confinamiento se han levantado desde hace meses.
De tal modo, el hecho de que haya menos trabajadores en el sector productivo y que ahora ganan mucho más de lo que ganaban antes, es un factor poderoso que contribuye al incremento de la inflación, opina Fink. El trabajo remoto es uno de los elementos menos conocidos entre los que hacen subir los precios. La nueva realidad ha hecho entender a muchos empleadores que los trabajadores estando en casa cumplen las mismas funciones, por lo que han decidido otorgar más flexibilidad laboral. Con ello afectan negativamente a otros sectores no aptos para ese nuevo esquema.
La productividad del trabajo es una de las más bajas
Más allá de las ventajas que pinta el trabajo desde casa, los números oficiales apuntan a que la productividad del trabajo no agrícola viene en franco descenso. Así, en el primer trimestre la actividad descendió en 7.4% y en el segundo trimestre tuvo un saldo negativo de 4.1%. Estos datos se ubican entre los peores registrados en la historia económica de Estados Unidos.
“El trabajo desde casa sería un factor determinante en la inflación, puesto que hace descender la productividad”
Para tener una idea, se debe decir que la productividad del trabajo se cuenta por la cantidad de horas que los trabajadores invierten en un proceso productivo. Para medirlo se pueden tomar como referencia las declaraciones de impuestos. Por ejemplo, si en un año un contador trabaja un promedio de 40 horas por semana y declara 20, pero el año siguiente, con el mismo promedio de 40 horas semanales, declara 18, eso quiere decir que su productividad disminuyó, apunta Fool.
Con ese ejemplo limitado se puede tener una escala de cómo el trabajo desde casa ha impactado la productividad en la economía. Tal falta de productividad impacta directamente en el índice inflacionario debido a que si un empleador se ve obligado a aumentar los precios (debido a la escasez de mano de obra que existe actualmente) pero ese trabajador que ha recibido el aumento produce menos, entonces el empleador se verá en la obligación de traspasar los costos desembolsados hacia sus clientes. Al final del camino, el cliente es también un trabajador de otra empresa que se enfrenta a la misma situación.
Resolver esta situación es complejo no solo para los empleadores sino también para las autoridades. La inflación en el mercado laboral impulsada por la escasez de mano de obra ha dado a las personas en edad laboral una sensación de seguridad. Con esto, los trabajadores se sienten en terreno firme para presionar a las empresas para que les faciliten el trabajo remoto. Esa subjetividad también les permite trabajar con mayor tranquilidad, puesto que si son despedidos simplemente se dirigirán a otra empresa con vacantes. En otras palabras, los trabajadores no se sienten obligados a aumentar la productividad.
Una muestra de esto último son las nuevas tendencias como la “renuncia silenciosa” en la que los trabajadores se convierten en fantasmas en las oficinas y simplemente cumplen con la parte más básica de su trabajo sin mayores esfuerzos y sin ningún tipo de entusiasmo para buscar ascensos.
Otra tendencia es la denominada generación D (desdentralizada), la cual trabaja por su cuenta sin ataduras de contratos laborales e incluso de manera no bancarizada manejando sus fondos con monedas digitales.
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Opiniones en contra de la hipótesis
Pero no todas las pistas apuntan a que el trabajo desde casa sea un promotor de la inflación. Un vistazo rápido a la historia permite observar que en otras épocas de inflación el trabajo a distancia era prácticamente inexistente y aun así el índice de precios al consumidor permanecía con un patrón similar al actual. Según este punto de vista, aunque el trabajo desde la comodidad del hogar tenga cierto protagonismo en la inflación, el mismo es insignificante comparado con otros factores.
Por otro lado, no se debe perder de vista que si los trabajadores quieren trabajar desde casa es porque no se sienten cómodos en sus puestos de trabajo en oficinas. Trabajar en un ambiente laboral contrario a la motivación es un factor de gran peso en la productividad. En otras palabras, si los trabajadores son forzados a regresar a las oficinas, probablemente ese hecho sí tendría un impacto evidente en la caída de la productividad.
Paralelamente, se destaca que en una sociedad de consumo lo menos que hacen los trabajadores es atesorar el salario. En términos simples, esto significa que ciertamente no gastan sus ingresos en restaurantes, bares o en transporte. No obstante, de igual manera lo inyectan a la economía por otras vías, bien sea mediante compras en línea o remodelaciones del hogar entre otras.
Se trata de un tema profundo en el que se mezclan incluso temas filosóficos e ideológicos y cobran vida viejas teorías como la lucha de clases defendida por sectores izquierdistas. Según esta, cada grupo, es decir, empleadores por un lado, y empleados por el otro, lucharán por sus intereses y por su comodidad. Los trabajadores, que ahora gozan de la flexibilidad, afirmarán que el trabajo remoto no tiene nada que ver con los problemas actuales. Al otro extremo, los empleadores dirán justo lo contrario.