- Con un 15% menos de consumo, los países de la Unión Europea (UE) podrían evitar que el invierno se vuelva en una tragedia.
- Sin embargo, esto se calcula suponiendo que el invierno será “normal”, puesto que una ola de frío podría empeorar todo el escenario.
- La propuesta de Bruselas no es del agrado de los miembros y muchos de ellos manifestaron duras críticas hasta el último momento.
De acuerdo a analistas de Berenberg, el plan de ahorro de gas para un invierno seguro (Save Gas for a Safe Winter) luce saludable en el papel. Con esto apuntan solamente a la cualidad de evitar males mayores durante el invierno en los países del continente. Pero ese plan, alertan, no anulará el daño económico que representa la falta del recurso natural.
De igual modo, aunque los países europeos han acordado reducir el consumo de manera voluntaria, eso no quiere decir que no hay fricciones. Muchos de los miembros de la alianza continental no muestran sus simpatías con la propuesta de ahorro. Entre los más recelosos se encuentra España, cuyas autoridades se regodean de haber tomado previsiones para no depender del gas ruso.
La falta de ese commodity se torna crítica para muchos países de la UE encabezados por Alemania, la principal economía del continente. Desde hace semanas, la empresa estatal rusa, Gazprom, viene reduciendo los envíos de gas, lo que ha encendido las alarmas en las economías más vinculadas a las autoridades del país eslavo.
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¿En qué consiste el plan de ahorro de Bruselas?
Como ya se destacó, con el plan de ahorro en el consumo de gas, las autoridades continentales aspiran a disminuir el consumo un 15%. Con ello, las posibilidades de llenar las reservas al menos hasta un 80% para principios de noviembre son altas. De haber un invierno más amistoso, los países tendrían menores problemas.
Desde el inicio de la guerra en Ucrania, los envíos de gas hacia Europa desde Rusia han disminuido progresivamente. Los países de la unión han realizado compras, a precios más altos, a otros proveedores y con ello han logrado abastecerse de grandes cantidades de gas para llenar sus reservas.
En es sentido, desde febrero (cuando estallaron las hostilidades) hasta finales de julio, las reservas europeas de gas se habrían llenado hasta un 67.1%. Para el primero de noviembre esperan tener un mínimo de 80%. Se trata de una meta perfectamente alcanzable siempre y cuando se cumplan algunos preceptos. Estos van desde un invierno benigno y que Rusia no baje el actual mínimo de 20% de envíos.
Con esos dos aspectos, más el cumplimiento de los parámetros aprobados de la propuesta del plan de ahorro, el invierno sería más acolchonado. Sin embargo, como resaltan los expertos de Berenberg, eso no anulará la grave crisis económica que espera al viejo continente. Si no se resuelve una vía de suministro alternativo de gas, la economía sería fracturada de manera grave teniendo en cuenta que del gas no solo dependen los hogares, sino también sectores sensibles de la industria.
El racionamiento obligatorio no está descartado
Uno de los aspectos más criticados de la propuesta de racionamiento de gas, es que la misma podría tornarse en un mandato obligatorio. Ese sería el peor de los escenarios y uno que es altamente probable. De allí que muchos miembros del continente, sobre todo de las naciones del sur, no hayan perdido la oportunidad de mostrar su desagrado.
Este escenario sería destapado si uno de los tres hechos o los tres ocurren, es decir, una brusca oleada de frío, que no se cumpla con el ahorro y que Rusia baje los envíos del 20%. “La UE probablemente se enfrentaría a un déficit y, por tanto, a la necesidad de racionar el suministro de gas a partes de la industria solo si Rusia suspendiera completamente las entregas”, afirman los analistas de Berenberg.
Al mismo tiempo, están firmemente convencidos de que si los países miembros ponen de su parte con el plan de ahorro, los peligros bajarían. Eso se traduce en que se aproximen lo más que puedan al 15% de ahorro y lo antes posible. No obstante, alertan que este es un escenario improbable dado que el plan aprobado es voluntario y será difícil que todos marchen al mismo paso.
Para los analistas, la dificultad está en que muchos países no están muy animados a hacer una disminución de tal magnitud. Así, un 15% sería extremadamente ambicioso y existen numerosas excepciones para los países de acuerdo a su dependencia del recurso ruso. Tal es el caso de España, nación que anunció que su disminución no sería mayor al 7%.
Un invierno que podría tornarse traicionero
Para la firma alemana, la adopción de pasos progresivos por todos los miembros para acercarse al 15% sería el escenario ideal. Sin embargo, con las pocas probabilidades de que así sea, en el futuro cercano se tendrán que tomar medidas de recortes bruscos, lo que traería grandes sacudidas a la economía, es decir, mayores a las actuales.
“Esta semana recién terminada, el costo de la energía en Europa superó casi por 10 el precio de hace un año”
Todo esto sin contar que el esperado manso invierno se podría convertir en uno muy brusco. Ese escenario desbarataría cualquier esperanza de seguridad de suministro, apuntan los expertos citados. “Las olas prolongadas de frío podrían erosionar rápidamente cualquier margen de seguridad”, expresan al respecto. Por ahora, los dirigentes de los países europeos no tienen más que encomendarse a los caprichos del clima.
Sea viable o no, el plan de ahorro se convierte en una de las pocas opciones del toolkit europeo en su carrera por asegurar provisiones. Las posibilidades de sortear el problema estarían al filo de la navaja ante el muy probable corte de los envíos de Gazprom en el peor de los momentos. Desde Bruselas se acusa a Rusia de usar el gas como un arma de guerra para vengarse de las sanciones. Pero las acusaciones a Moscú no se traducen en una solución.
Esta semana, según el portal Cyprus Mail, el precio de la energía en Europa alcanzó los €200 por MW/h. Para tener una idea de la violencia de esta subida, se debe comparar con los €23 por MW/h de finales de julio del año pasado. Se trata de un aumento de casi 10 veces en el valor.
La falta de consenso traerá fuertes sacudidas
Desde el momento en que las autoridades anunciaran la propuesta de reducción del consumo, muchos gobiernos de la UE fruncieron el ceño. Incluso, pocos días antes de someterlo a discusión algunos de ellos lo calificaron como “desproporcionado”, tal como lo recogen importantes medios de información.
Como se resalta más arriba, los países al sur del continente son los más críticos con la propuesta de Bruselas. La ministra de transición ecológica de España, Teresa Ribera, fue una de las más duras en sus comentarios. A su juicio, el plan de la comisión no es necesariamente “el más eficaz, ni el más eficiente, ni el más justo”. Agregó que las familias españolas “no van a sufrir cortes de luz ni de gas en sus casas”.
La reacción al plan de ahorro de Ribera fue emulada por representantes de otros países europeos. Kostas Skrekas, ministro de ambiente y energía de Grecia también fue enfático en la postura de su gobierno con respecto al plan. Lo mismo cabe destacar del secretario de estado para el ambiente y la energía de Portugal, Joao Galamba. Este último calificó la propuesta como “desproporcionada” e “insostenible”.
Otros diplomáticos consultados en el mismo medio, bajo la condición de anonimato, ofrecieron mayores detalles del sentimiento en la UE. Uno de ellos asegura: “cuando se trata del estado de ánimo general, lo puedo describir como un desastre total”, apuntó. Las mayores discrepancias habrían estado con respecto al sistema de alerta. De las naciones de la UE, la más desesperada parece ser Alemania, la cual habría sostenido forcejeos con Canadá por la turbina retenida a Moscú, tema sobre el cual INVESTOR TIMES reportó.
Rusia aumenta el ritmo de los recortes
Al otro extremo, desde Moscú parecen estar muy al tanto de la situación apretada que se vive a lo interno de los países europeos. En consecuencia, las autoridades del país euroasiático están haciendo recortes cada vez más frecuentes de los envíos para aumentar la incertidumbre entre sus rivales. El primero de los recortes se produjo por la turbina confiscada por Canadá.
Al no haber recibido la pieza, las autoridades mantuvieron envíos tan bajos como del 40% del total normal. Luego, Gazprom procedió a aplicar una paralización completa de 10 días por razones de mantenimientos y, recientemente, comunicó que otra turbina del Nord Stream 1 también necesitaba mantenimiento. Con este último anuncio, los envíos de gas se redujeron para quedar apenas por debajo del 20%.
Ante es prospecto constrictor del Kremlin, las autoridades europeas diseñaron apresuradamente el plan de ahorro de gas. Desde que iniciaran las hostilidades militares entre Rusia y Ucrania, 13 miembros de la Unión Europea han sufrido recortes parciales o totales del suministro de gas por parte de la mencionada empresa estatal rusa.
Aunque Moscú alega problemas técnicos, los cortes parecen una retaliación directa contra la UE por las sanciones impuestas en su contra. El más reciente de los recortes lo sufrió Letonia. Tal como reporto este medio, la empresa gasífera rusa anunció la suspensión inmediata de los envíos debido a la negativa del país báltico de pagar con rublos por el recurso.
La solidaridad europea se agrieta
La falta de gas y los peligros que eso significa para la economía de los países miembros de la UE está resintiendo la solidaridad interna. El citado plan estipula que las naciones con mayores reservas deben trabajar para suplir a aquellas que se encuentren en peligro de agotamiento. Aunque los pactos bilaterales deben firmarse de inmediato, la mayoría de los países no tiene ningún tipo de acuerdos en esa dirección, reporta Reuters.
“Solamente se han cerrado 6 acuerdos de este tipo, lo que deja a la mayoría de los 27 países de la UE sin términos firmes sobre cómo y cuándo compartirán el gas en una crisis de suministro, o la compensación financiera que darían u obtendrían por hacerlo” explica el portal. El prospecto de esta situación luce terrible y las naciones buscan cada una salvarse acudiendo a sus más cercanos amigos.
El plan de ahorro pende de un hilo y apenas 8 de los 27 países han amarrado algo de seguridad en los 6 mencionados acuerdos. Entre estos, se destacan los de Alemania y Austria, Estonia y Letonia e Italia y Eslovenia. A pesar de los llamados urgentes del jefe de energía de la UE, Kadri Simson, a que se firmen más acuerdos, eso no ha sucedido.
Aunque unos pocos países han adelantado que firmarían acuerdos para invierno, esto “no es suficiente”, exalta Simson. Por otra parte, naciones como Hungría han roto la solidaridad y han organizado acuerdos bilaterales con Rusia para el suministro seguro. Un representante diplomático de esa nación recientemente viajó a Moscú para entenderse con los jefes de la nación ex soviética.
Mientras todo esto sucede, viejas heridas parecen abrirse nuevamente con las tensiones entre Serbia y Kosovo. En las últimas horas hubo enfrentamientos y se teme una nueva guerra a lo interno de Europa, lo que podría resentir aún más la solidaridad.
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La recesión arribaría en otoño
Suponiendo que se cumplan al pie de la letra todos los planes de Bruselas y haya acuerdos satisfactorios, eso no evitaría otros problemas. Uno de ellos, y uno de los más temidos, es el de la recesión económica en la UE. Teniendo en cuenta el estado de la inflación (8.9% en julio) y otros problemas adjuntos, se espera que la recesión llegue durante otoño, es decir, en breve.
“El aumento de los precios del gas incrementa los costes de las empresas y reduce el presupuesto de los consumidores, dejándoles menos dinero para gastar en otros bienes y servicios”, manifiestan los analistas de Berenberg. Agregan que la zona euro “entrará en recesión en otoño de este año con una inflación todavía elevada”.
Los especialistas creen que la economía en la zona euro crecerá en 2.2% para este año. Sin embargo, esperan que para 2023 se experimente un descenso de 1% en el Producto Interno Bruto (PIB). Paralelamente, la inflación cerraría este año en 8.1% y 4.3% para el próximo 2023. No se debe perder de vista que esas estimaciones suponen una moderación en el precio del gas, algo de lo que no hay seguridad en estos momentos.
También se da por hecho que el plan de ahorro funcionará y no habrá un racionamiento forzoso en invierno. “La evaluación del mercado del gas en los últimos días ha inclinado los riesgos de nuestras previsiones para el PIB real a la baja y para la inflación al alza”, remarcan.
Goldman Sachs es de la misma opinión de Berenberg
La inminencia de una recesión en el viejo continente parece ser un tema de consenso entre los grandes analistas. Entre ellos se destacan los estrategas del banco Goldman Sachs, para quienes ese período arribará en Europa para el segundo semestre de ese año. En ese sentido, esperan que la economía se contraiga en 0.1% en el tercer trimestre y 0.2% en el último trimestre del año.
“El escenario apunta a que Alemania e Italia estarán en una clara recesión en el segundo trimestre, mientras que España y Francia mantendrán su crecimiento”, expresan los analistas encabezados por Jari Stehn y citados en El País. Aparte, consideran que para 2023 la economía del bloque retomará la senda del crecimiento.
Destacan que otros factores podrían alterar esa expectativa. El primero de ellos es el temido corte total del suministro de gas desde Rusia y el otro es la recesión en EE.UU. Con respecto al último punto, se debe destacar que la economía ya estaría de hecho en una situación de recesión pese a que las autoridades hacen numerosos juegos de palabras para asegurar lo contrario.
El crecimiento de ese país cayó en territorio de contracción por segundo trimestre consecutivo, lo que generalmente se considera como la entrada oficial en una recesión. Las voces en contra afirman que el bajo desempleo y la resistencia de los consumidores son una clara demostración de que la recesión no es la realidad de la economía de la primera potencia mundial.