- Durante los primeros tres meses de 2023, las noticias no son las más dulces para la economía de la primera potencia mundial.
- El índice de precios de gastos de consumo personal (PCE) se mantiene a un ritmo muy por encima del deseado y el PIB crece a rastras.
- Los mercados reaccionaron a la baja este viernes ante estas noticias negativas para los inversores de los principales índices.
Un crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) más lento de lo esperado y un PCE que afloja poco marcaron el primer trimestre en Estados Unidos. De esta manera, la desaceleración económica y la alta inflación se mantienen como la principal fuente de incertidumbre en la primera economía mundial. Los mercados reaccionaron a estas cifras y se teme que durante la próxima semana se extiendan las pérdidas.
Durante el primer cuarto de este año, el crecimiento económico estuvo ralentizado hasta el 1,1% y los factores que llevaron a eso son varios. Entre ellos se destaca la decadente inversión empresarial y la reducción de los inventarios. Esto habría llevado a que el repunte del gasto de los consumidores se frenara. Aunque esto último es positivo para cumplir las metas de la Reserva Federal, la inflación estuvo más sólida de lo esperado.
En consecuencia, el índice favorito de la Fed, el de precios de gastos de consumo o PCE, se presentó más fuerte de lo deseado. El mismo se colocó en 4,2% lo que evidencia un resurgimiento de las ganancias por ventas de bienes y servicios. Entre esto último se incluye un crecimiento de ventas en el sector automotor.
Vale la pena mencionar que este crecimiento anualizado es el más bajo de los últimos dos años.
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La inflación en retroceso y la aguda desaceleración de la economía
Aunque la meta de la Fed es bajar la inflación y provocar una desaceleración del crecimiento, el asunto no es tan sencillo. Ambos casos se cumplieron, puesto que la ralentización del PIB favorece el retroceso de la inflación. Cabe destacar que esta última también mantuvo su tendencia de enfriamiento. Por ejemplo, en febrero fue de 5,1% y ahora en marzo de 4,2%.
El problema de estas cifras es que esa inflación en retirada no baja lo suficientemente rápido, es decir, en consonancia con la caída del PIB. De tal modo, las fuertes subidas de tasas de la Fed están provocando un estancamiento económico que debería hacer bajar la inflación de una forma más rápida, pero no es así. Las mercancías continúan subiendo de precios estimulados por las compras de productos clave.
A este ritmo, las políticas monetarias continuarán dañando la economía mientras la inflación se toma su tiempo. Se trata de un escenario peligroso que evoca el fantasma de la estanflación, la cual es una etapa de alta inflación con bajo crecimiento económico. Este último es uno de los más temidos entre las autoridades, puesto que dañaría por un tiempo prolongado la capacidad de las empresas.
De igual modo, los mercados financieros entrarían en una etapa de caídas fuertes que provocarían la huida de capitales hacia otros mercados. Bajo tales circunstancias, las autoridades deben buscar la manera de romper el ritmo que tienen ahora estos dos elementos (inflación y desaceleración económica).
Entre las alternativas estaría la de herir aún más la economía con subidas de tipos adicionales. Con esto se provocaría un daño más fuerte al crecimiento, pero ajustaría cuentas rápidamente con la inflación. No obstante, no se debe quitar importancia al hecho de que actuar de una manera más radical traería consecuencias mucho mayores.
Las consecuencias de aplicar subidas adicionales de la tasa
Pero aplicar incrementos adicionales de la tasa de interés, como en efecto parece que ocurrirá, tiene grandes riesgos. El primero que salta a la vista es la anulación definitiva de la posibilidad de un soft landing o aterrizaje suave. Este escenario se resume a la victoria sobre la inflación sin que sea necesario llevar la economía a una situación de recesión. Pero la fuerte caída del PIB y el lento retroceso de los precios parecen descartar ese anhelado escenario.
En palabras sencillas, la obstinada resistencia de la inflación no deja más remedio a las autoridades del banco central que provocar una recesión. La crisis bancaria que se produjo a mediados del mes pasado y que ahora amenaza con extenderse con el caso First Republic sería un atajo. De hecho, las propias autoridades de la Fed dicen que ese elemento sería el principal conductor a una contracción.
El mayor énfasis de las autoridades para provocar la recesión y terminar rápidamente con la inflación debe ser puesto ahora en dañar el mercado laboral. A pesar de que el desempleo sube, el ritmo es demasiado lento también. El resultado de eso es que los consumidores todavía tienen fuerza para mantener la inflación dando la pelea pese a la notable desaceleración del crecimiento. Los principales analistas de Wall Street creen que la recesión no tardará en llegar. Algunos de ellos afirman que la misma hará su aparición luego de que concluya el ciclo de subidas de tipos.
Según un trabajo reciente de The Conference Board, las probabilidades de recesión en Estados Unidos para los próximos 12 meses son de 99%. Los autores de ese estudio creen que a mediados de 2023 será el momento en que se produzca el quiebre. “Aunque los gastos recientes de los consumidores superan las expectativas, las subidas de tipos de la Fed y el endurecimiento de la política monetaria provocarán una recesión en 2023”, resaltan.
Ahora todo depende de la resistencia del mercado laboral
Derrotar la inflación antes de que la economía colapse pasa por un enfriamiento rápido del mercado laboral y del crecimiento de los salarios. La escasez de mano de obra especializada provocó el aumento de los salarios y un bajo índice de parados. A pesar de las fuertes medidas del banco central, el intento de cambiar esta realidad parece más fuerte de lo que en un principio se pensó.
Los altos salarios permiten a las personas sortear los altos precios y mantener ciertos estándares de vida. Bajo tales circunstancias, poner freno a la inflación es una tarea compleja para las autoridades. Las medidas de la Reserva Federal están afectando más a sectores como el bancario, el cual se suponía que se manejaría mejor gracias a las altas tasas.
Vale mencionar que el PCE de núcleo o subyacente se colocó en 4,6%, lo que hace temer que la inflación pueda incrustarse. Aunque funcionarios como la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, descartaron recientemente una espiral de precios, esa posibilidad podría presentarse.
Estos números, tanto de inflación como de desaceleración económica, probablemente lleven a la Fed a aplicar una nueva subida de tipos de 25 puntos básicos. La próxima semana se realizará la reunión de abril del Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC) donde se tomará esa decisión. Paralelamente, se especula que esa sea la última subida de tipos. Luego de ella, se tomaría una pausa y sería hasta 2024 cuando se comiencen a bajar las tasas.
Para entonces, ya la política monetaria habría logrado bajar los precios cerca del objetivo de la Fed, bien con recesión o sin ella. No debe perderse de vista que el banco central considera que la inflación debe estacionarse en el 2% para considerarse derrotada.
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La economía estadounidense en peligro
Pero la recesión no es el único problema que amenaza en el corto plazo a la economía de Estados Unidos. Uno más urgente toca la puerta y es el recurrente asunto del endeudamiento. En enero, la deuda alcanzó su tope de $34,1 billones de dólares y se requieren medidas políticas para evitar el default.
Sin embargo, existe una pugna ideológica entre el partido demócrata que controla la Casa Blanca y el partido republicano que controla el Congreso. Los primeros presionan a los segundos para que aumenten el techo de la deuda. Los segundos presionan a los primeros para que recorten los gastos sociales y así evitar la sobrecarga de endeudamiento.
Ambos bandos se niegan a ceder en sus posiciones mientras el Tesoro sostiene el déficit con fondos limitados que se agotarían en junio. En otras palabras, si las dos partes no logran un acuerdo en este tiempo muerto, la economía de Estados Unidos entraría en default por primera vez y las consecuencias serían desastrosas.
Hace pocas horas, el Congreso aprobó un proyecto de ley que sube el techo de la deuda en $1,5 billones a cambio de eliminar ciertos gastos innecesarios. Con esta aprobación, los republicanos buscan obligar a las autoridades gubernamentales a sentarse a negociar. En ese sentido, quieren evitar a toda costa que el país quede en impago, lo que destruiría el valor de los bonos del Tesoro sobre los cuales descansa el papel del dólar.
Como se puede adivinar, la situación económica en la primera potencia mundial es harto compleja. Por ahora, la inflación atormenta a los hogares, la desaceleración golpea la capacidad de las empresas y el posible impago amenaza con tragarse a todos juntos.